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HISTORIADORA DE RITOS Y COSTUMBRES DE LATINOAMÉRICA

3.4.11

CUENTO DE HADAS O ENFERMEDADES PSIQUIATRICAS

LA VERDADERA HISTORIA DE ISABEL DE AUSTRIA O SISSI EMPERATRIZ.
Elisabeth von Wittelsbach, Duquesa en Baviera, Emperatriz de Austria, Reina de Hungría (1837-1898)
Sissi, bulímica y anoréxica
LA AUREOLA romántica de la Emperatriz ha ocultado sus obsesiones por el físico. Su afición a comer dulces de forma compulsiva era compensada por maratonianas sesiones de gimnasia y dietas a base de carne cruda y sangre de buey.
Casada desde los 16 años con el Emperador Francisco José, a los 25 años Sissi empezó a obsesionarse con su figura que quería mantener perfecta, según relata el libro Programas de las dietas de Sissi, que acaba de publicar la editorial austriaca Amalthea, de la escritora Gabriele Praschl-Bichler.
Con el enfermizo fin de mantener su peso de 50 kilos (repartidos en una estatura de 1,72) y de guardar su cintura de tan sólo 47 centímetros, Sissi se inventó una serie de dietas de adelgazamiento y hábitos alimenticios. A falta de especialistas en nutrición, que no existían en su época, nadie podía decirle a la emperatriz que su cuadro correspondía al de una enferma bulimaréxica. La palabra comprende a los aquejados de las dos enfermedades nutricionales más extendidas del Occidente actual: la bulimia y la anorexia.Se observa en personas propensas a los atracones de comida compensados con la obsesión compulsiva de hacer ejercicio.Sus comportamientos obsesivos no sólo afectaron a sus dietas sino también a sus ocupaciones diarias, marcadas por un frenético afán de moverse, de no sentarse, de andar horas y horas por el monte y de montar otras muchas horas más a caballo.


El desencadenante principal de esta recalcitrante manía de mantenerse bella y delgada surgió a raíz de sus tres primeros embarazos.Sissi tuvo cuatro hijos: Sophie (que murió a los dos años), Gisela, Rodolfo y Valéry. Sissi no sólo no deseó jamás descendencia.Además aborrecía a los niños y odiaba el olor de los bebés.
Las torturas a las que sometió su cuerpo grácil no solo atentaron contra su salud, sino que además aumentaron su irritabilidad y le provocaron insomnio.Un consomé compuesto por una mezcla de carne de ternera, pollo, venado y perdiz; carne fría, sangre de buey cruda, leche, tartas, pasteles y helado constituyeron los alimentos principales de la Emperatriz. Prescindió durante casi toda su vida adulta de verduras y de fruta, a excepción de las naranjas.
Su apetito no se mostraba ante cualquiera. La Emperatriz desaperecía normalmente de la mesa si estaba en presencia de su marido o de su familia política. Los únicos privilegiados que llegaron a disfrutar de la imagen de la Emperatriz sentada a una mesa debidamente puesta fueron sus ocho hermanos y hermanas, algún que otro miembro escogido de su familia de Baviera, los Wittelsbacher; su hija menor, Valéry, a la que adoraba y a la que solía referirse como su única hija; y su profesor de equitación, el inglés Bay Middleton, de quien se enamoró perdidamente.
Se dejó influenciar por las dietas que seguían los jinetes ingleses con los que participó en un sinfín de monterías, convirtiendo el beefsteak crudo en el único alimento que solía tomar durante sus largas horas a caballo.Ni siquiera en su castillo Húngaro,donde tenia su propia cuadra con más de 60 caballos,dejó de aplicar este férreo tratamiento,que compensaba con espectáculos circenses y noches de música zíngara.

Su especial relación con Hungría, país del que fue reina, es de sobra conocida. No sólo adoraba el ardor y la vivacidad de los húngaros, sino que además influyó decisivamente en el importantísimo acuerdo que se firmó en 1867 entre Austria y Hungría.Compromiso Austro-húngaro, por el que se creó la doble monarquía conservando cada estado su propia administración e instituciones. A su preferida, Valéry, la llamaba «mi hija húngara», por haber nacido en ese país. Casi todos los diarios escritos por Valéry hacen mención especial a los arranques de apetito que de vez en cuando tenía su madre. Cuando Sissi se juntaba con sus hermanos ingería grandes cantidades de chocolate, tartas de crema y helados (su preferido era el de violetas). Sus extravagancias también se reflejaron en sus fantasías literarias.Entusiasmada por los relatos de Homero, convirtió sus viajes en barco a Corfú en verdaderas emulaciones de la Odisea, que revivía haciéndose atar al mástil en las jornadas más tempestuosas.
Los atracones de pasteles los compensaba con singulares dietas creadas por una terquedad inusitada y una voluntad férrea.
Las más conocidas consistían en un revuelto de cinco o seis claras de huevo con un poco de sal, o en el caldo que desprende la carne cruda, líquido que llegó a tomar a diario en los últimos años antes de ser asesinada en Ginebra en 1898 por el anarquista Luigi Lucheni, quien en realidad planeaba un atentado contra el pretendiente al trono francés, Henri de Orléans.
El kéfir, una bebida láctea espesa fermentada por bacterias y hongos que en aquella época era muy conocida en Rusia pero no se consumía en Centroeuropa, fue otro de los alimentos que incluyó pocos años antes de su muerte en sus curas de adelgazamiento.Otro de sus experimentos más conocidos fueron las «curas de la glándula tiroidea» a base de un líquido que procedía de glándulas tiroideas animales.
A partir de 1882, a la edad de 45 años, pocos meses después de abandonar la equitación (al parecer nada más conocerse el anuncio de casamiento de su profesor de equitación, Bay Middleton) empezó a aprender esgrima, y sustituyó las monterías y la caza del zorro en Inglaterra o Irlanda por las largas marchas. En una ocasión anduvo 30 kilómetros en tan sólo siete horas.
PROHIBIDAS LAS FOTOS
A partir de los 50, el cutis de Sissi estaba muy deteriorado, motivo por el cual siempre llevaba velo. Las últimas fotos o cuadros que se hicieron de la emperatriz datan de cuando tenía 30 años. Tras cumplirlos se negó a posar más, y su pésima dentadura nos ha privado de imágenes risueñas.


Hace años, una exposición organizada en Austria rompía con la aureola romántica tejida alrededor de la emperatriz, y mostraba el contenido del botiquín que solía llevar en sus viajes.En él no faltaban un frasco de morfina ni la jeringuilla para la cocaína. Sissi realizó entonces un viaje a Italia, para intentar mejorar su estado de salud. Tras despedirse de su esposo se trasladó a Génova, donde fue recibida por la Condesa de Rotschild. El 10 de septiembre de 1898, cuando la Emperatriz se disponía a trasladarse desde Génova a Montreux, sufrió el ataque de un anarquista italiano, Luigi Luccheni, que hundió una lezna en su corazón, provocando su muerte. 

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