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HISTORIADORA DE RITOS Y COSTUMBRES DE LATINOAMÉRICA

31.10.10

Mujeres Y Lobos

"MUJERES QUE CORREN CON LOBOS" de Clarissa Pinkola

La Loba, la vieja, La Que Sabe, está dentro de nosotros. Florece en el más profundo psique del alma de las mujeres, la antigua y vital Mujer Salvaje. Ella describe su hogar como ese lugar en el tiempo donde el espíritu de las mujeres y el espíritu de los lobos hacen contacto —el lugar donde su mente y sus instintos se mezclan, donde la vida profunda de una mujer consolida su vida mundana. Es el punto donde el Yo y el Tú se besan, el lugar donde las mujeres corren con los lobos.
"Unirse a la naturaleza instintiva no significa deshacerse, cambiarlo todo de derecha a izquierda, del blanco al negro, trasladarse del este al oeste, comportarse como una loca o sin control. No significa perder las relaciones propias de una vida en sociedad o convertirse en un ser menos humano.
Significa todo lo contrario, ya que la naturaleza salvaje posee una enorme integridad.
Significa establecer un territorio, encontrar la propia manada, estar en el cuerpo con certeza y orgullo, cualesquiera que sean los dones y las limitacione
s físicas, hablar y actuar en nombre propio, ser consciente y estar en guardia, echar mano a las innatas facultades femeninas de la intuición y la percepción, recuperar los propios ciclos, descubrir qué lugar le corresponde a una, levantarse con dignidad y conservar la mayor conciencia posible."
"Todos sentimos el anhelo de lo salvaje. Y este anhelo tiene muy pocos antídotos culturalmente aceptados. Nos han enseñado a avergonzarnos de este deseo. Nos hemos dejado el cabello largo y con él ocultamos nuestros sentimientos.
Pero la sombra de la mujer salvaje acecha todavía a nuestra espalda de día y de noche. Dondequiera que estemos, la sombra que trota detrás de nosotros tiene sin duda cuatro patas".
ESCUCHEMOS EL LLAMADO DE NUESTRO INTERIOR
Algunas personas hemos tenido la decisión, la fuerza y la suerte de vivir como animales, de abandonarnos a la naturaleza e integrarnos y unirnos íntimamente a sus ritmos durante algún período de nuestra vida. Ese contacto, más o menos profundo, nos da la perspectiva necesaria para comprender mejor la magnitud de las acciones del hombre.
Si de vez en cuando el hombre pudiera contemplar las cosas por los ojos del lobo,
seguro que actuaría sobre la naturaleza de una forma más respetuosa. Pero para ello tendría que dejar de lado su visión egocéntrica y su afán de dominio; a cambio alcanzaría un grado de consciencia universal, que le proporcionaría la paz interior y la satisfacción de sentirse parte integrante y activa de un universo maravilloso y complejo.
La llamada del lobo puede escucharla el hombre atento desde dentro y desde fuera de sí mismo.
Cuando lo oímos en nuestro interior, es un largo aullido que nos trae el viento del Oeste y nos recuerda que no se puede huir siempre. A veces, nos refugiamos en un mundo de razón y consumo, para no enfrentarnos a
nuestra soledad, al silencio, a la oscuridad del bosque, al lobo. Cuando abrimos estas puertas y reconciliamos al hombre lobo, vemos en el bosque el lugar más seguro, oscuro y confortable del mundo.
Esta reconciliación y aceptación de nosotros mismos es el paso imprescindible y primero para atender la llamada del lobo que está afuera.
Con su aullido, el lobo hace saber al que lo escucha que es libre, que está triste y vivo. Y para poder seguir escuchando su llamada, ese canto tan bello, el hombre habrá de cambiar profundamente. Ya no sirven las reservas en las que tanto gusta co
nfinar a los seres "poco civilizados". Hemos de aprender a vivir con todos y no exterminar a los molestos.
El hombre ha errado su camino y ha ido tan lejos que ni noción tiene de sus errores. Hemos de tomar las decisiones como los sabios iroqueses, pensando en las siete generaciones que nos seguirán, y preservar lo poco que nos queda. Hoy no se trata de dejar vivir al lobo, pues su situación es tan precaria que tendremos que trabajar para conservarlo.
El sabio mudo (así llaman al lobo en Salamanca y Extremadura) desaparecerá de la Península si continuamos consumiendo a este ritmo y pensando de esta forma.

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